TALLER-ENCUENTRO LA POESÍA, CITY BELL - LA PLATA

domingo, 30 de junio de 2013

El poeta José María Pallaoro ha sido traducido al italiano y al esloveno


Con la traductora y escritora Cecilia Prenz en Kamna Gorica

POETA DE EXPORTACIÓN
El poder de la palabra
El poeta José María Pallaoro ha sido traducido al italiano y al esloveno y publicado en una edición bilingüe editada por la Universidad de Trieste, Italia. Leer nota en diario: 



 EL PODER DE LA PALABRA


El poder de la palabra/ es un certero golpe/ en la cabeza del silencio// Y de esa cabeza/ –estallada en el aire–/ se arma el mundo// a imagen y semejanza

El poeta José María Pallaoro ha sido traducido al italiano y al esloveno y publicado en una edición bilingüe editada por el Centro de Estudios Interculturales del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Trieste. Bajo el título “Sono due quelli che danzano” / “Ples v dvoje”, la versión al italiano de “Son dos los que danzan”, tal el nombre del libro de poemas en su publicación argentina, fue realizada por la profesora y escritora Ana Cecilia Prenz Kopusar y la traslación al esloveno por la misma traductora en colaboración con el poeta esloveno Marko Kravos.

José María Pallaoro en Barco en la casa donde nació su abuelo Luigi


En “Casa Kamna”, Kamna Gorica, Eslovenia. Con los poetas y escritores Cecilia Prenz, Antonio della Roca, Marjan Strojan, Teresa Kores, José María Pallaoro, Mako Kravos

Por tal motivo, el poeta residente en City Bell, fue invitado por el PEN Club Internacional a participar del 45º Encuentro Internacional de Escritores que se realizó en la ciudad de Bled, Eslovenia. Pallaoro, único poeta latinoamericano participante, expuso una ponencia sobre la creación literaria, desde la periferia al centro. Entre otros poetas y escritores del mundo participaron Marjan Strojan (Eslovenia), Roman Rozina, Uros Zupan, Tonko Maroevic (Croacia), Edgard Kovac, Max Alhau (Francia), Jean-Frederic Brun, Jean-Luc Despax, Vladimir Martinovski (Macedonia), Asel Omar (Rusia), Teresa Salema (Portugal), Franca Tiberto (Italia), Antonio della Roca (España). “Sono due quelli che danzano” / “Ples v dvoje” se presentó en otras ciudades y localidades eslovenas como Liubliana, Kamna Gorica y Pirano.


EN ITALIA

Ya en suelo italiano, la obra de Pallaoro tuvo muy buena acogida en Trieste, en su universidad, donde brindó una charla a estudiantes del departamento de Letras, y en la Librería San Marcos con gran afluencia de público. En esta reconocida librería triestina “Sono due quelli che danzano” / “Ples v dvoje” fue presentado por la poeta italiana Marina Moretti. A su vez, el sociólogo Augusto Debernardi se refirió al primer trabajo de ficción de Ana Cecilia Prenz Kopusar, “Cruzando el río en bicicleta”. En días sucesivos, el libro de Pallaoro pasó por Trento, Venecia, Florencia y Roma. En la Roma que alguna vez fue de Fellini, el poemario bilingüe cerró su ciclo italiano en la Casa Argentina, de la Embajada Argentina, presentado por el poeta y editor italiano Alessio Brandolini, que visitará argentina hacia fines de junio, el poeta romano Carlo Bordini y por la encargada de cultura de la embajada, Verónica Russo.

Roma, Embajada Argentina, con el poeta y editor Alessio Brandolini

En el prólogo al libro escribe el escritor y traductor Juan Octavio Prenz: “En Pallaoro la palabra cumple honestamente con esa primera misión que es la de designar, a partir de lo cual son posibles todas las variantes connotativas y sin la cual existe siempre el peligro del abismo o del caos. En el supermercado lingüístico en que se ha convertido nuestro mundo, el cuidado por la palabra de que hace gala Pallaoro no es habitual. Llaneza, que huye de la banalidad, palabra que es roca o miel, cuando el objeto a expresar así lo requiere, que hiere o enternece, su poesía quiere apuntar al blanco con la precisión de la flecha. En el segundo de los ciclos de este poemario, “La claridad”, el autor nos desnuda su poética. (…) Nada, pues, de concesiones al lector o a la facilidad de ese discurso poético que tiende a la comodidad o pereza mental del destinatario; no, pues a la complicidad complaciente con lo ya sabido, sino al desafío que implica poner en tela de juicio nuestra visión del hombre y del mundo (…) su poesía es también búsqueda y descubrimiento, enajenable experiencia humana, como se desprende de su poema “Colores”, donde podemos ver alguna reminiscencia de Gelman: “No entiende de colores/ confunde el encarnado con la lealtad/ lo racional con la esperanza/ y la pureza con la obscenidad// No entiende de colores/ por eso pinta”. Ningún paisaje es tal, antes de que la poesía nos lo haya descubierto. Es una idea de Cesare Pavese.”


Con el poeta Carlo Bordini en Roma

Con una amplia trayectoria en la poesía, la literatura y la difusión cultural a través de diferentes medios (revistas, diarios, blogs, redes sociales), el armado del próximo II Festival de Poesía City Bell y la coordinación de talleres literarios (que reiniciará en julio), este 2013 arrancó además con la edición de un nuevo libro de Pallaoro: “Una piedra haciendo patito”.


miércoles, 5 de junio de 2013

ACERCA DE MUSULMÁN O BIOPOÉTICA Y CÁLCIO Julián Axat Antonio Pádua Fernandes

ACERCA DE MUSULMÁN O BIOPOÉTICA Y CÁLCIO
Julián Axat   -   Antonio Pádua Fernandes
  
 Horacio Cecchi, Julián Axat y Antonio Pádua Fernandes



En el atardecer del miércoles 29 de mayo, Salón Auditorio Islas Malvinas de La Plata, presentamos los libros “Musulmán o biopoética” de Julián Axat y “Cálcio” de Antonio Pádua Fernandes.

Ante una nutrida audiencia, Axat habló acerca de “Cálcio”, y se generó un interesante contrapunto de ritmos al poder oír los textos en la voz del presentador y en la de su propio autor, Antonio Pádua Fernandes.


“Un día hace ya algunos años, un poeta brasilero caminaba por calle Corrientes, y en una vidriera de una librería halló un libro cuyo título lo sorprendió. Entonces lo compró de inmediato y al tiempo se puso en contacto con el autor. El otro poeta buscaba voces a la distancia, intentaba entrelazar versos como pistas perdidas en la creencia obsesiva de que toda Latinoamérica está sembrada con los huesos de jóvenes olvidados y sacrificados. Por lo tanto, los versos que eventualmente pudieran juntarse, podrían tejer un manto de amor y potencia; no solo de recuerdo. Y esa posible textura de extraño Frankenstein tendría que trascender fronteras, y referir a nosotros encontrados de esa forma, bajo parecer casual; salido del fondo del agujero; vitales y perdidos, extenuados; bajo idéntico deseo de pesquisa, de tanteo, de futuros nuevos sueños. Tengo el gusto de presentar la poesía de Antonio Pádua Fernandes al lector Argentino, reedición y traducción de Cálcio (premio Mina Gerais de poesía 2010, edit. Averno, Lisboa-2011), libro que conjuga apuesta formal y continuidad dentro de una línea temática ensayada en Cinco lugares da fúria (2008). Búsqueda de la palabra que nombra costados arrojados por el Mal, donde lo telúrico en espacio y letra se convierte en límite que nombra cuerpo penumbra deambulando por zonas quebradas. Búsqueda de espacio íntimo y público latente de un pasado que es todo tiempo presente. Antonio convive y se mueve cual detective salvaje. Voz que –aun cuando refiere a otra lengua o genealogía– no evidencia corte entre tradición Brasilera, Chilena, Boliviana o, acaso, Argentina. Si bien podríamos escarbar parentescos con Ferreira Gullar, Oswald de Andrade, Alberto Pimenta; Pádua Fernandes es un poeta versátil que digiere antropofágicamente hablando) a toda poesía latinoamericana como para señalar punto y lugar (podría señalar incluso a Néstor Perlongher, quien vivió mucho tiempo en Brasil y no es lejano en formas y contenidos como los que trabaja Antonio). Por eso límites estaduales resultan artificiales y no tienen sentido allí donde el suelo poético comparte trama de historias, sueños y males. Pero principalmente cadáveres, cenizas y fosas. El ciclo de la materia es el ciclo de los cuerpos que se componen y descomponen entre la tierra y el vacío. No hay límites bio-políticos. Los cuerpos no solo son carne y hueso, también son silencio y palabra conservada en un archivo. Vida y muerte del registro del horror, terror de la vida que para el poder merece ser vivida, y la que no. Poblaciones y pulsión de vida-muerte. El ciclo es el del germen Cálcio envenenado por Masacres. Si existe una arché que establece la clave de la forma del Cálcio malparido por masacres, entonces estará signado por esa secuencia como ciclo. Aún cuando se quemen los cuerpos, o los genocidios utilicen técnicas de arrojar cadáveres NN a fosas; tarde o temprano, el humo de ceniza carbonizada o la materia viva son absorbidos por la tierra, viaja a los ríos y mares; está en el aire. Es energía que reciben plantas y animales, componen su fase química que se traslada a otros cuerpos. Y tarde o temprano retorna a seres humanos vivos que, sin saberlo, reciben aquella energía en sus cuerpos (parafraseando a Baruch Spinoza: en esa inmanencia su destino es componer sucesivos cuerpos alegres o tristes). Cuerpos que fueron torturados y masacrados hablarán y compondrán un futuro lenguaje dentro de nuevas estructuras óseas y piel de futuros cuerpos, metabolizados en maldiciones de la que no son conscientes. La repetición de un síntoma expresado por cientos de mandíbulas balbuceantes atrapadas. Me refiero a aquello que decía Maurice Blanchot: El designio de la ley: que los prisioneros construyan ellos mismos su prisión. Es el momento del concepto, la marca del sistema.1 La prisión de los cuerpos, son los propios cuerpos, una cárcel para la piel fabricada a partir de una estructura ósea maldita por origen. Como dice por ahí Antonio:… ¿y si liberásemos a las paredes / construyendo para cada prisionero / una jaula hecha con sus propios huesos?

O dicho para la poesía latinoamericana: la prisión de la poesía de nuestro continente serían los versos cuya cárcel contiene el vacío de una estructura compuesta de egoísmo y desencuentro, ante la pila de cadáveres que no vimos o escuchamos. La maldición del Cálcio se recicla continuamente porque los muertos están incómodos, y todavía no están a salvo de la antigua destrucción como seres vivos. De allí que perpetúen la maldición. Esa es la cárcel de la comunidad, el cuerpo como realidad política que hoy intenta acercar fronteras y liberarse. El dialogo intergeneracional con los muertos desaparecidos del continente es latencia; y en la romántica que defecciona hay poetas cuyo destino es ser médiums de la naturaleza torturada, para intentar hacer algo con eso. Son los que tienen el don de atizar en el pasado la chispa de la esperanza. Los que portan, o quieren un legado mesiánico que trastoca la dialéctica de la Historia. Pero para atizar, hay que hurgar en quejidos, murmullos, chasquidos de huesos espectrales que son descoyuntados en noches infernales; y eso implica sumergirse en la memoria poética del perpetrador biopolítico y su sueño de exterminio. Tamaño desafío el de Odiseo circunstancial, que a la vez busca registros, despliega una lengua experiencia que tiene la capacidad de contar hurgando en la voz-agonía del interrogatorio, confesión hálito de condenado, escritura de máquina que escribe la sentencia que Kafka pensó para la Colonia Penitenciaria, pero no imaginó como secuencia fraguada al ciclo de una escritura con huesos, ceniza y el Cálcio. Esta máquina lee la sangre / y escribe con huesos / 90 % del polvo se compone el mundo… Hay algo de la poesía de Pádua Fernandes que me recuerda a La sonrisa de Hiroshima de Eugen Jebeleanu, quizás la poesía que nace de los peores abismos e intenta renovar un aire contaminado por los horrores del siglo XX, y los que todavía siguen. De allí que para salvar a los muertos que ni siquiera fueron reconocidos como tales, hay que salir a buscar un habla que juegue al límite con un lenguaje canalla, y que más tarde lo exceda fabricando el Golem biopoético: la justicia de los elementos: La rebelión de un cuerpo sólo hecho de fracturas. Juntar materia aleatoria en esos retazos, el Cálcio ya no maldito, el Cálcio renovado desde la garganta-mandíbula y por el toque mágico de cierta palabra poética.

Cálcio que puede batallar simientes de lo siniestro, y de ese modo, salvar a los muertos. A las futuras generaciones salidas de la cárcel de los propios huesos, o de la de sus padres en algún lugar enterrados o carcomidos: Falta la piel / que cubra los vientos / y los convierta en un cuerpo / entero de rebelión. Una nueva piel para los huesos de la poesía actual; la estructura ósea de una comunidad grande biopoética, espacio de encuentro, compromiso y la solidaridad entre los vivos de acá, y de más allá. Quiero agradecer al poeta Aníbal Cristobo, por la traducción de este libro. Y en especial al entrañable Fabio Weintraub, compañero de vida y consejero de Antonio en el recorrido de estas palabras”. (Axat, prólogo de Cálcio).

DIENTES CON METACARPOS

para Julián

Mi amigo se detiene frente al abismo
busca a sus padres desaparecidos;
qué encontrará, no sabemos,
cuánto sus manos se sumergirán
en la materia viscosa de la nada, lo ignoramos,
qué tipo de nada, sin embargo humana,
retirarán de ella, falta saber,
aunque imaginemos
que en el fondo del abismo
otro se abra
y después otro
indefinidamente.

Veo que mi amigo murmura,
pero no a mí;
les habla a sus manos,
les enseña que el abismo es una tierra
sobre la cual pisamos
todos los días
y que puede ser excavado
de la misma forma que el tuétano
dentro de los huesos.

Él les susurra a sus manos
En el mundo entero
hay casi únicamente desabrigo,
todos los refugios de la humanidad
se componen principalmente del abismo.
Los felices que allí caen
parecen creer
que nada hay más profundo
que lo humano
y que los hombres
desde siempre
fueron hijos de la caída.

Sus propias manos no le creen.

Mi amigo salta al abismo;
grito, pero la caída no ocurre,
lo retiene en la superficie
la superficie de la nada.


REESCRITURA DE TEXTOS PERIODÍSTICOS LLEVADOS A LA POESÍA Y VICEVERSA

El periodista, de la sección Sociedad de Página / 12, Horacio Cecchi, a su vez, se le animó a “Musulmán o biopoética”. Si bien aclaró que no es un crítico literario (Axat había comentado que los poemas de su libro estaban en comunicación e íntima relación con artículos de Cecchi), comentó lo sugestivo de entrecruzar la poesía con temas de coyuntura, en este caso, la desprotección en la que viven jóvenes en situación de marginalidad, el gatillo fácil, etc.

“Julián Axat piensa que con la palabra se puede hacer justicia. Que hay algo así como una justicia poética,  justicia desde la palabra. Porque hay expulsados del lenguaje. De allí poner en palabra a los que no tienen palabra, sin sacarles o sustituir su voz, se convierte en un acto de justicia (poética) hacia los que no tienen nada que perder. Aquellos que fueron expulsados de la vida hacia un lugar que el cliché de las palabras no alcanza a nombrar/testimoniar; pero sí a exterminar. Hurgar en los fragmentos (pasajes) que designan-fabrican musulmanes, a los que Axat defiende como defensor y los que él trae a hablar desde el poema. Los defiende en los dos planos porque para Axat no hay una línea divisoria entre poesía y derecho (si la justicia no está, entonces la poesía estará del lado de los vencidos). En definitiva, líneas que trazamos nosotros para no ver los rostros invisibles y mudos”. (Palabras de Guido L. Croxatto, en contratapa del libro).


BANFIELD 0 – 1

el “loquito de la
bonaerense” salió de casa /
a la caza! Dice el señor ministro
y los uniformes
se retraen para que /
los cuerpos desnudos
asuman su protocolo
y la mano ducha/
vaya al percutor indómito
a una espalda
al lunar de la espalada
en la zona X del conurbano
cae el cuerpo /
a la distancia / la secta
que gatilla
ratifica su sistema y /
el señor ministro lo separa
por exceso


 Concluida las exposiciones, se generó un ida y vuelta de preguntas y respuestas con el público. Al final, el dialogo se siguió, hasta una incierta hora, en una pizzería cercana al Malvinas.