En taller, con
Néstor Mux
El jueves 9 de
octubre, con un invitado de lujo: Néstor Mux.
Desde las 18:30 hasta las 23 largas, un extenso diálogo con el poeta
platense que no fumó en todo ese tiempo.
Néstor Mux, acerca de la muerte de Ana
Emilia Lahitte: Durante la
extensa charla con Néstor, surgió el nombre de Ana Emilia Lahitte. A más de un
año de su muerte, Mux nos comparte un escrito sobre la poeta platense: "Contrastes".
Ana Emilia Lahitte falleció
el 10 de julio de 2013. Había nacido, en la ciudad de La Plata, un 21 de
diciembre de 1921. Néstor Mux, uno de nuestros fundamentales poetas, un par de
meses después de la muerte de Ana Emilia, la recuerda de esta manera.
CONTRASTES
De muchachos, recién finalizada la
secundaria, entramos con Rafael Felipe Oteriño a aquella casa antigua de 53
entre 10 y 11.
Los ventanales iluminados del primer piso
rozaban los árboles de la avenida. La alfombra mullida acompañaba una escalera
lustrada y una asistente cálida recibía en bandejita un malbec inolvidable.
Los invitados, a quienes advertíamos de la
edad de nuestros padres, eran a quienes leíamos en la sección Prosa y Verso de
El Día y en la que nosotros habíamos empezado a aparecer.
La primera e inesperada sensación —que nos
alentaba, claro— fue que éramos tratados como iguales, no como chicos.Treinta años después justamente —1995—, Ana Emilia Lahitte publica un libro que tuvo una difusión considerable: Cinco poetas capitales. Osvaldo Ballina, Horacio Castillo, Rafael Felipe Oteriño, Horacio Preler y quien escribe.
Me consta la significación de la obra, profunda y prolífica de mis colegas. Lo que no me consta es haber estado a la altura de las circunstancias. Personalmente entiendo que no fundé una obra: sólo escribí versos. Me consta, eso sí, la generosidad de la autora en incluirme. Y este otro aliento, similar al que refiero, cuando de muchachos nos recibió en su casa.
Este invierno, Osvaldo Ballina me hace
saber que visitaba a Ana Emilia Lahitte en un geriátrico a las afueras de la
ciudad. “Será duro”, me adelantó.
Encorvada sobre una taza y un pedazo de pan
sin tocar, trató de sonreír cuando le besé la mano. Necesité devolver, en
parte, aquel aliento prestado. Traté de hablar pero no me salió nada.
Recorrí los rostros ajenos de los otros
viejos, que esperaban, compartiendo una mesa larga.
Entendí que se había hecho de noche. Y no
sólo a través de la ventana de aquella casa de nadie.
La Plata, septiembre 2013
Luego de las formalidades del taller, hubo picadita, líquidos bendecidos, risas, guitarreada...
No hay comentarios:
Publicar un comentario