TALLER-ENCUENTRO LA POESÍA, CITY BELL - LA PLATA

sábado, 23 de noviembre de 2019

ENCUENTRO 22 11 2019 Cruzar el desierto



Eduardo Sabbione, Mirta Biedma, Camila Ragazzini, José María Pallaoro, 
Agustina Samoilenco, Laura Ceniceros, Paola Boccalari 


TALLER LA PLATA, 22 DE NOVIEMBRE DE 2019
  

LA CLAVE

Como la flor
que se abre.

Como la flor
que se cierra.

Eterno y fugaz.
La clara verdad.
jmp


Eduardo Sabbione, Romina Torchio, Mirta Biedma, Camila Ragazzini, José María Pallaoro, 
Agustina Samoilenco, Laura Ceniceros




EL DESIERTO

Solos, en el ahora de las palabras, uno de los dos –no importa quién– trae el mar para mojar los cuerpos y cruzar el desierto.
jmp


Carteles



domingo, 9 de junio de 2019

PAOLA BOCCALARI Encuentro en Lo de Pallaoro con Azucena Salpeter

Carolina Campoamor, Paola Boccalari, Mirta Perez, Azucena Salpeter,
Marcelo Steblok, Adriana Romano, José María Pallaoro, Romina Torchio y Carolina Cortazzo

APUNTES PARA AZUCENA


Ay abrazo
juntura de mi alma
estoy hecha de momentos, no me enajenes los ojos en forcejeo de ángeles.
Es tan breve el relato, en qué otro lecho podríamos contarnos hermosas mentiras.

Azucena Salpeter



Una vez más José María Pallaoro embate con su jugada.

Es otoño y nos convoca a compartir su mesa con Azucena Salpeter, una mujer poeta, narradora, médica y como a ella le gusta nombrarse, alguien que está viva, y que festeja cada movimiento de lo vívido extrayéndole el jugo poético.

Paola Boccalari
De mi parte, atravieso la puerta del taller, amalgamándome a la mesa siento el tono climático de una conversación afable que despabila agobios.

Escucho.

Su segundo libro de poesía, Y el cielo sonrió, surge como la decantación del estudio-taller que hizo con Ana María Lahitte, y en el cual en su nueva versión retorna aquella nostalgia por los orígenes que causa escritura. Una lejana oscuridad que se ve iluminada por un cielo que en su mudez sonríe.


Tapa del primer libro de poemas
de Paola Boccalari
Puertas del cielo, su tercer y hasta ahora último libro de poesía, fue editado en 1996, a raíz de un premio otorgado desde la agremiación médico platense. Es un libro con una poética en la cual se coagulan pasiones. Eclipsado por el ángel de Paul Klee las puertas del cielo se abren, y desparraman una poesía escrita desde las sombras de una respiración inundada de muerte y de vida. Con un aire enrarecido debajo de un barbijo su mirada de poeta recorre un tren, que no se detiene, y en su circularidad de ángeles no da ninguna respuesta de cómo se vive en el país del después de las entrañas. Repito, es un libro que coagula pasiones, las del ejercicio de la medicina, la nostalgia por afectos ancestrales, pasiones ejercidas y escritas desde un lenguaje en clave poética.

Tiene una novela publicada, La mitad del cielo, en el año 2000.

Azucena escribe a puro deseo, sostenida en un esqueleto de palabras, al cual se amarran como hojas de su jardín lo poético, sus ángeles, las flores y los violines.  


La Plata, 8 de junio de 2019
Paola Boccalari
 Integrante Taller Mundo despierto de José María Pallaoro




lunes, 3 de junio de 2019

CAROLINA CAMPOAMOR Encuentro en Lo de Pallaoro con Azucena Salpeter

Carolina Campoamor, Paola Boccalari, Mirta Perez, Azucena Salpeter,
Marcelo Steblok, Adriana Romano, José María Pallaoro, Romina Torchio y Carolina Cortazzo




ENCUENTRO CON AZUCENA SALPETER

       Cuando caminé otra vez por el pasillo oscuro al fondo, dejé atrás una noche fría de los últimos días de mayo. Al entrar a la sala el calor tibio me reconfortó inesperadamente.
       Estaban reunidos alrededor de la mesa con el infaltable mate, sanguchitos y medialunas. Los saludé a todos y por último a Azucena. Me sentía contenta por el placer que me daba sentarme a escuchar sobre el recorrido de una artista y escritora de poesía en primera persona, porque escuchar enriquece e inspira.
       Azucena es médica, violinista, pintora y poeta, es una mujer multifacética que entusiasma con el relato de su vida. Habló de sus orígenes judíos y de cómo su padre huyó de los nazis en Ucrania para venir a la Argentina y establecerse. El holocausto siempre nos silencia en una pausa intensa en la que nuestra humanidad se interpela.
      Azucena expresa una gran necesidad de introspección y todas las noches se refugia en su silencio interno para que fluyan las palabras que hacen nacer los poemas y sus reflexiones. Ella empezó a escribir muy temprano en su infancia y nunca pudo dejar de hacerlo y así ha respirado las ideas y las palabras como una nutrición esencial de toda su vida.
       Anoté sólo algunos de los títulos de sus libros, ya que entre mate y mate preferí dedicarme a escucharla y observé un componente fuertemente espiritual y existencial en su persona aunque no religioso, por ejemplo en Y el cielo sonrió que habla de la indiferencia con la que el cielo nos trata cuando buscamos respuestas a tantas cosas y entonces sonríe para simplemente callar.   
       También habló de sus emociones cuando al mirar la pared de su patio se siente mal a medida que la humedad la va llenado de manchas verdosas y oscuras y entonces la pinta de blanco. Sin embargo otras veces, con otro estado anímico más apacible, permite que las manchas aparezcan y entonces descubre que tienen una riqueza visual propia y que tal vez la blancura del muro necesite de la oscuridad para poder ser.
       En su proceso creativo, tanto en la pintura como en la escritura, se deja llevar por lo que vaya surgiendo y nunca sabe realmente hacia donde la llevarán los colores y las formas ya que nunca boceta ni cuadros ni poemas. Mirta comentó que interpretaba algunos de sus versos de una manera diferente de lo que Azucena había querido transmitir y eso fue considerado como algo muy interesante ya que todas las lecturas van enriqueciendo el poema a partir de las diferentes miradas de cada uno.   

        En la biblioteca que estaba enfrente de la mesa alguien había ubicado en el estante superior el cuadro pintado por Azucena. Me gustó bautizarlo “La mujer de las sombras moradas”. A todos nos llamó mucho la atención tanto por sus pinceladas difusas como por lo enigmático de la figura. Detrás del ala de su sombrero nos observaba con su sonrisa insinuada y me imaginé que era otra Azucena, de otro momento, tal vez de otro espacio, que guardaba en secreto otras historias que llegado el tiempo estaría dispuesta a rebelar.


Carolina Campoamor nació en 1960 en La Plata.
Integrante del Taller Mundo Despierto.

viernes, 31 de mayo de 2019

AZUCENA SALPETER EN TALLER LA PLATA 30 de mayo de 2019

Carolina, Paola, Mirta, Azucena, Marcelo, Adriana, JM, Romina y Carolina


Nos visitó el poeta Néstor Mux


nosotros
los poetas menores
nunca escribimos
en el riacho de oro del poema
nos entintamos
"No precisa alas", Taube (paloma), óleo, mayo de 2019

Un poema de 2018:
BABAS DE DIABLO

Hace unos años
yo cuidaba el jardín de otra manera.
Estaba atenta a las chinches de las lechugas
a las arañitas rojas del tomate.
En la noche cazaba caracoles y babosas
en las tardes colgaba móviles
para espantar a los pájaros que comen las frutillas.
Tenía un plan perfecto para la siembra
todo muy bien organizado y correcto
para enfrentar la vida.

Hasta que me dije
por qué razón hablar continuamente con las lavandas,
ellas también, como cualquier humano
necesitan estar a solas.
Las semillas que se esparcen por sí mismas
eligen el lugar apropiado y crecen felices
como los poemas

cuanto más libres
más responsables de su propio destino.
De manera que ahora cuido el jardín 
sólo cuando me necesita.
Riego si hay sequía
por ahí sujeto alguna tomatera
o cubro los canteros si hay granizo.

Ahora vienen miles de pájaros amigos
a ovillar babas de diablo.


Un poema de 2008:
EL CENTRO

Escribo en el centro de la página
como quien invita a un desconocido
a volver en sí mismo.
Tal vez es el camino del cielo prometido.

Escribo en el centro
pero no como el Talmud.
Simplemente escribo porque no encuentro otro camino.

Y aún así
un día me sorprendo en las orillas
igual que las glosas que crecen como cardos
alrededor de la vid.



CALAMARES EN SU TINTA

Nosotros a contramano
los del bosque azul marino
nos alimentamos con bayas transparentes
nos llamamos a voz de sahumar
y acudimos en bandadas
como patos entre jacarandás
somos felices cuando escribimos
más felices cuando no escribimos

y deseamos
deseamos tanto

que volvemos a cruzar el Mar Rojo
nos perdemos, por supuesto
uno en la oreja del otro
nos besamos los veinte dedos
encontramos la sombra hembra
la sombra macho
olfateamos la sal
la corriente eléctrica
de las plumas
y todo es otra cosa

la nueva era es una nuez
en las tinieblas
nosotros
los poetas menores
nunca escribimos
en el riacho de oro del poema
nos entintamos.


Ayer jueves (30 de mayo) nos visitó en TALLER LA PLATA.
Todos coincidimos: en su humildad y una mirada mística acerca y sobre el mundo. No es poco en tiempos de derrotas y desesperanza. Escribe Paola: “Me quedo con esto que dijo Azucena: ´la experiencia de un día (de un momento) puede ser una experiencia poética, hay que saber advertirla´.” Azucena Salpeter nació en Formosa el 9 de noviembre de 1942. Desde 1957 reside en La Plata. Es médica, poeta, narradora y pintora. Publicó: El pescador de sombras (poesía, 1979, sello de honor de la SADE), Y el cielo sonrió (poesía, 1989), Las puertas del cielo (poesía, 1996, premio bienal profesor Dr. Pedro Laín Entralgo) y La mitad del cielo (novela, 1998, premio Mercosur).