En Taller La
Plata, encuentro con César Cantoni: Alfredo Benialgo, Omar Morgante,
Carlos Barbagallo, José María Pallaoro y Rodrigo Bouvet
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Escribe Rodrigo
Bouvet: La agradable temperatura en la noche del jueves 30 de noviembre parecía
augurar una excelente reunión con el poeta César Cantoni. Y así fue, como si el
cielo hubiera estado de acuerdo en hacer el encuentro entre talleristas y
poetas.
Algunos llegamos demorados por el tráfico
y por los quehaceres cotidianos. Otros, fueron puntuales. Como César Cantoni,
que ante malestares de salud se negó a quedarse en su casa y decidió acudir al
encuentro con nosotros, los talleristas, y Pallaoro, el anfitrión.
Luego de indagar sobre su estado de salud,
comenzó la charla, el diálogo con Cantoni. Nunca faltan los “verdes”, y menos
en el Día Nacional del Mate. Pallaoro rompió el hielo preguntándole al invitado
sobre sus inicios en este arte tan complejo llamado poesía.
“Escribí seis libros antes de Confluencias (editado en 1978, cuando Cantoni
tenía 27 años). Escribo desde quinto, sexto grado. A través de Pablo Neruda
conocí la literatura, la poesía. En el año 1977 entré al grupo literario
Latencia, a través del cual pude publicar mi primer libro.”
Cuando se tiene en frente a un poeta, es
inevitable preguntarle sobre cuándo escribe. En el caso de nuestro invitado,
escribe cuando tiene necesidad de hacerlo. “Hay un cierto número de poemas que
corresponden a determinada época”. Además, es tradicional que haya variantes
entre cada uno de los libros de poemas. En el caso de Cantoni, lo que lo ha
llevado a cambiar de libro a libro es la realidad. “Traté de comprender cada
momento histórico. Uno no puede escaparse de la época”, sentenció el platense.
En cuanto a la escritura, supo identificar
el momento en que encontró su estilo y la poesía referente para él. “Luego de Confluencias dejé de lado mi influencia
nerudiana, tomé por el lado de la poesía norteamericana, me interesó lo
conceptual, lo realista y descriptivo. En Diario
de paso (libro de poemas de 2008) encontré mi estilo más definido, empecé a
escucharme a mí mismo y no a lo que me influenciaba”. Aclaró, además, que no
tiene la intención de hacer una poesía intelectual, más allá de la riqueza
conceptual que podemos encontrar en su trabajo.
Revisando la obra cantoniana, no abundan
los poemas que hablen del amor. Eso tiene una explicación: “Uno tiene cierto
resquemor ante lo sentimental, lo cursi. El temor a quedar en el ridículo, no
por el contenido, sino por la forma. Había cosas de las que me daba pudor
hablar, que me excedían, por ejemplo Dios y el amor. ¿Qué puedo discutir con
Dios?”
Concluyendo con el encuentro, no pudimos
dejar pasar la ocasión de interrogarle sobre el uso de la ironía en sus poemas.
“La ironía es natural en mí. Los cuentos que solía escribir eran todos
irónicos. La ironía es casi inseparable del humor. Siempre atempera la
dramaticidad de lo que se está hablando”. Imposible tener más claridad.
A modo de conclusión, destaco una de las
frases con la que cerró la charla. “El desafío del poeta es tratar el poema en
el lenguaje y la filosofía de la época”.
Centro, Omar Morgante |
César Amiel y Rodrigo Bouvet |
Carlos Barbagallo |
Muy buen encuentro!
ResponderEliminarAsí fue, querido Alfredo. Y espero que se repitan. Mi abrazo. jm
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