Ana
Cecilia Prenz Kopušar presentó Cruzando el río en bicicleta en Lo de Pallaoro,
City Bell. Una hermosa tarde en los jardínes del
“Taller Mundo despierto”, del Espacio-encuentro poesía “Lo de Pallaoro”.
Raúl Cadelli, Gaby Pallaoro, Elena B. Núñez, Luchi Scollo Marti y Fernanda Cañedo
Dusan Kopusar, Octavio Prenz y Leonor Arnao
Antes,
durante, después
Antes,
durante, después
Lalo Painceira, Néstor Mux, José María Pallaoro y Octavio Prenz
Hasta que
se puso el sol. Sábado 14 de febrero.
Julián Trovero y José María Pallaoro
Dušan Kopušar, Elena B. Núñez y Cecilia
Prenz Kopušar
Cecilia, Dušan y Gabriela
Vicky y los libros
Fernanda Cañedo dubitativa
(Cruzando
el río en bicicleta, fragmento)
PERTENENCIA
En Belgrado fui a dos escuelas,
aparte del jardín de infantes. La primera se llamaba Vlada Aksentijević donde hice quinto y sexto grado. La segunda Sava Kovačević –la de la canción del
comandante– donde terminé séptimo y octavo. La melodía del comandante la repetíamos
a menudo con el coro. Creí al pie de la letra lo que me enseñaban. Bratstvo i Jedinstvo, Hermandad y
Unidad, era uno de los tantos eslóganes. Sonaba tan bien y sobre todo creíble.
Fue linda mi adolescencia en Belgrado, en Yugoslavia. No sé si es el pueblo
serbio con su calidez, con su capacidad extrema de hospitalidad que me hizo
sentir siempre en casa. Nunca, como entonces, volví a percibir tan fuerte el
sentido de pertenencia. Y pensar que era pequeña; no pequeña, jovencita. Lo
suficiente como para comprender que era una persona. Tomé conciencia de mí. (…)
Belgrado no era linda, era sucia,
gris, contaminada, venida a menos en los años, tampoco tenía lindos edificios.
Algunos, en el centro. Pero caminar por sus calles para mí fue hermoso. Los
soldados con sus uniformes verdes y la estrella roja en la gorra y en los hombros.
Botas, humo, mucho humo, olores agradables y desagradables, cigarrillo –porque
los serbios fuman mucho– y el perfume a grapa que emana de la boca y de los
poros de la gente. Las campesinas y los campesinos con sus enormes bolsos
llenos de comida. El repollo en vinagre al que todos huelen y la paprika,
ajíes, el vino y la mugre. Porque lo que más impacta es que todo sabe a polvo,
a pis. Los baños no están nunca limpios y las puertas están siempre abiertas.
Los hombres orinan en cualquier lugar y las salchichas se cocinan al aire
libre. Un imán. Todo me atraía, fascinaba, conducía a tiempos muy lejanos, a
una forma primigenia de la humanidad donde ternura, ingenuidad, buenos
sentimientos y brutalidad se confundían. (…)
José María Pallaoro y Ángela Gentile
Cecilia
Prenz Kopušar y Leonor
Arnao
Antes,
durante, después
Antes,
durante, después
Paula Gabriel
Néstor Mux
Hugo Pallaoro, Elena B. Núñez, Néstor Mux, Ricardo Gil Soria, Octavio Prenz,
Lalo Painceira, Ángela Gentile y José María Pallaoro
Fernanda Cañedo, José María Pallaoro y Cecilia Collazo
Chela, Susana Biamonte, Elena B. Núñez y Luchi Scollo Marti
Antes,
durante, después
Octavio Prenz, Ángela Gentile y José María Pallaoro
Daniel Bajamón
Ángela Gentile y Octavio Prenz
Antes,
durante, después
Antes,
durante, después
Antes,
durante, después
Antes,
durante, después
Hasta que
se puso el sol. Sábado 14 de febrero.
¡ME HIZO BIEN MIRAR LAS FOTOS, CUÁNTOS RECUERDOS! Hace cuarenta años vivo en San Martín de Los Andes , mi niñez y juventud en LA PLATA. Antes de mudarme a la Patagonia vivía con mi familia en City Bell. O sea es la "Patria de mi infancia" Primario en la Anexa joaquín V. Gonzales, secundario en Liceo De la Universidad de La Plata y luego Normal 2. Alianza francesa y "Ecología" en facultad de Ciencias Naturales de La Plata que por ese entonces estaba en el subsuelo del Museo. Todo en el corazón de La Plata. De ahí los hermosos recuerdos. Felicitaciones y gracias
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ResponderEliminarhttp://doradaslunasdelapocalisis.blogspot.com
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